El nuevo paradigma del “dar hasta que duela”

No todo lo que hemos aprendido en la experiencia de vivir en este mundo nos sirve para crear vidas expansivas y plenas. Mucho de lo que asumimos como verdad nos está limitando.
En este artículo, me interesa que miremos en detención lo que esta profunda creencia significa. Lo que genera en las personas y sociedades, y proponer una nueva mirada, más expansiva y poderosa a la frase del “dar hasta que duela”. Desde un sentido práctico, lógico y natural. Me interesa que este artículo sea liberador para todo el que lo lee. Porque cuando expandimos nuestras creencias, expandimos nuestra manera de vivir y el mundo se llena de goce como consecuencia.
Nota: Antes de comenzar, me interesa expresar que si bien en este artículo utilizaré los mismos argumentos que nos da Madre Teresa de Calcula (autora de la frase en primer lugar), no lo hago con el ánimo de desmerecer su trabajo o valía como persona, sino con la intención de cuestionar lo que “se nos da por sentado” y más que todo: expandir nuestros sistemas de creencia que perpetúan el innecesario sufrimiento humano y no nos permiten conectarnos con la esencia de nuestro Ser.
Veremos la siguientes frase:
“Hay que dar hasta que duela y cuando duela dar aún más” – Madre Teresa de Calcuta / Padre Hurtado.
Existen distintas interpretaciones al dar hasta que duela, desde las menos extremas, tales como: “dar es nuestra capacidad de postergarnos por otros”, a las más extremas: “si te duele sabes que estás amando” o “dar se ennoblece cuando se hace con dolor y sacrificio propio” (catholic.net).
Sabemos que las interpretaciones son personales y que cada una de ellas son válidas para las personas que las creen. Sin juicio de ello, pero reconociendo el tremendo poder de influencia que los sistemas de creencia tienen para nuestra realidad (ya que lo que creemos condiciona nuestra experiencia en este mundo), es que me interesa cuestionar creencias colectivas (e individuales) contractivas para vivir más en conexión con la naturaleza de lo que Somos que no está separada de la divinidad.
El dar tiene relación directa con la contribución. El dar es tan importante en la naturaleza humana que incluso es reconocida como una de las 6 necesidades del ser humano*
*(ver “necesidades humanas según Anthony Robbins o pirámide de Maslow”).
La contribución es reconocida como la sexta necesidad humana (según Anthony Robbins), aquella a la que todas las personas fluyen naturalmente cuando se ven plenos en las 5 áreas previas a estas (Seguridad, Variedad, Importancia, Amor/Unión, Crecimiento).
Cuando nos sentimos plenos, tendemos naturalmente a querer dar a otros, esta es la necesidad de contribución siendo satisfecha. La filantropía es un ejemplo de esto. Cuando nos encontramos felices, ¿no es disfrutar y compartir esa felicidad con otros lo que emerge de forma natural en uno? ¿Cuántos de ustedes si se ganaran la lotería no han pensado regalar a otros o compartir de una u otra forma lo que tendrían en abundancia?
Si el miedo (a no tener) no entra en nosotros, cuando tenemos mucho el compartir fluye naturalmente.
Cuando hablamos de la naturaleza de nuestro Ser hablamos de nuestra conexión con lo divino que todos Somos (que no está separado de la humanidad de lo que somos). Desde un punto de vista expansivo, el mismo cristianismo enseña:
“Dios es amor y creó al ser humano a su imagen y semejanza”
Si el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios esto quiere decir que el Ser Humano, o la esencia de este, también es Amor.
Observemos que cuando estamos en Amor estamos en plenitud y que cuando estamos en plenitud no hay sufrimiento.
Y cuando nos sentimos plenos nace de nosotros de forma natural, el querer dar.
Porque es natural que cuando estamos conectados a la esencia de nuestro Ser (que es Abundante en sí misma), esto rebalse a otros, sin esfuerzo.
Una vez más: el dar es natural.
Profundizando aún más, si pensamos que debemos “enseñarle” a alguien (persona, sociedad, etc) a dar, lo que está sucediendo es que no nos estamos dando cuenta de que si alguien no está dando (sin entrar a la definición de lo que cada uno juzga como “dar”) es porque esa persona esta en carencia en primer lugar.
Ya que la naturaleza del ser humano es dar cuando está conectado con la naturaleza de su Ser que es Abundancia debemos asumir que el que no da está en carencia o bien en una etapa previa de “darse a sí mismo”.
Lo que muchos juzgan como “egoísmo” en otros no es otra cosa que estar viviendo en un estado de alguna carencia interior (ignorancia, miedo, contracción, dolor, etc), lo que en sí mismo es sufrimiento y desconexión con la esencia de su propio Ser que es conexión, plenitud, abundancia, amor.
“La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado” – Madre Teresa de Calcuta.
En ese caso el acto más amoroso y de mayor impacto a esa persona que “no está dando” no es adoctrinarlo a que “de hasta / aunque duela” sino que es quererla, primero, por estar exactamente donde está, sin querer cambiarla, hacerla “mejor persona” o hacer “lo correcto”. En el momento en que juzgamos a alguien por su condición actual no la estamos amando por cómo es y ya dijimos que nuestra naturaleza humana es amor. Al juzgar no estamos en conexión con lo que Somos.
Cuando juzgamos a alguien de “egoísta” por no dar lo que nosotros consideramos que es “correcto que dé” (basado en nuestros sistemas de creencias), no sólo dejamos de amarlo sino que además, el mismo hecho de juzgar revela nuestra desconexión interna con nuestra naturaleza de Amor incondicional.
Si vamos por la vida creyendo y adoctrinando a otros de que “hay que dar hasta que duela” no solo estamos ignorando la natural esencia de Amor de ser humano y su tendencia a dar desde la abundancia, sino que fomentamos la creencia de que el Amor y el sufrimiento van de la mano. Cuando en estricto rigor, incluso vibracionalmente hablando, no podemos estar en abundancia y carencia al mismo tiempo. Es como decir que tenemos un vaso lleno y vacío a la vez. Es contradictorio en sí mismo.
Lo primero que debemos hacer para dar a otros, es amarnos a nosotros mismos. Y como consecuencia, sin esfuerzo y de forma natural, daremos a otros sin dolor.
Porque el dar desde la abundancia interna (amor – expansión – naturalidad de Ser) no puede ser dado con dolor (contracción). Por lo tanto el que da con dolor, esta dando desde la carencia de Amor (incluso si se trata de amor propio).
En el “dar hasta que duela” hay esfuerzo y no naturalidad, porque nuestra naturaleza es Amor y no sufrimiento. Y en el Amor el dar se hace sin esfuerzo.
Sufrir (sufrimiento) nos desconecta de lo que Somos (que es Amor), porque nuestra esencia de SER no sufre. Por lo tanto, “dar hasta que duela y cuando duele seguir dando” puede que sea una de las frases más contractivas de nuestra sociedad actual para mantenernos en carencia interna (y externa), desconexión con nuestra esencia e incluso, nuestra capacidad natural de dar a otros.
Fomentar el “dar hasta que duela” trabaja en contra de la naturaleza de lo que somos, disminuye nuestro amor propio y por ende nuestra capacidad natural de dar.
Nuestra esencia es Amor y en el amor no se sufre. Por lo tanto, cuando promovemos dar con “dolor” estamos promoviendo dar desde la ausencia de Amor. Y como no es natural hacemos esto por ideología, por creer que nos hace mejores personas, esto en sí mismo es creer que ganamos algo y nuestro dar se da “condicionado”.
Es por esto que propongo un nuevo paradigma del DAR HASTA QUE DUELA.
Que es exactamente eso: Dar HASTA que duela.
Dar desde la Abundancia, más aún: ser abundantes y el dar se da como añadidura. El dar no puede ser una doctrina. La enseñanza efectiva debe estar puesta en la raíz del dar que es Amarnos a nosotros mismos: solo así el dar se da cómo añadidura.
¿Quieres dar más?
“Ámate”. Es el amor propio el que nos conecta con la divinidad interna de lo que Somos y es la que, desde la plenitud, nos conectará con nuestro deseo natural de dar.
Que el dolor sea nuestro guía que nos muestra que nos hemos desconectado de nuestra esencia que carece de dolor y para preguntarnos ¿en qué momento me he olvidado de mí para poder dar a otros?